domingo, 16 de noviembre de 2008

Rescatando Culturas de Bolivia



ESPECIAL

Etnias en extinción

Tres culturas de Bolivia están viviendo sus últimos días. Otro tanto está vulnerable a factores de la naturaleza y de interés económico. Pero, la mayoría indígena se fortaleció



Etnocidio. Tres etnias viven sus últimos días
Las culturas grandes y medianas se consolidaron
Pacahuara. Aislados, quedan once
Araona. Refugiados para sobrevivir
Uru Murato. Vulnerables al embate
Uru Chipaya. La joya de Los Andes
Weenhayek. Identidad amenazada
Llega el fin cuando resisten a la modernidad


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Pueblo Ayoreo
El nombre Ayoreo (ayoréode, plural masc.) significa algo como “hombres verdaderos”. Es un calificativo cultural ya que se refiere a su modo de vivir como cazadores y recolectores. Los Ayoreo llaman a otros pueblos cazadores y recolectores “otros hombres verdaderos”. A la población ya sedentaria, sea indígena o no- indígena, la denominan cojñone, “gente sin pensamiento correcto”. (Fischermann)


Los Ayoreo son un pueblo de cazadores y recolectores. Habitaban hasta mediados del siglo XX un territorio enorme del Norte del Chaco, cuya extensión superaba los 30 millones de hectáreas (300.000 Km.). Ocupaban prácticamente todo el espacio al interior del Chaco Boreal y delimitado por los ríos Paraguay, Pilcomayo, Parapetí y Río Grande. No ocupaban sin embargo las zonas ribereñas mismas, dejándolas a otros pueblos indígenas. De esta manera, de norte a sur, el territorio se extendía desde las serranías de la Chiquitania (Bolivia) hasta la zona que ocupan hoy las Colonias Menonitas del Chaco Central Paraguayo.

La lengua de los Ayoreo pertenece a la familia lingüística Zamuco, al igual que el idioma de los Chamacoco.

Hasta el inicio de los contactos forzados por la sociedad envolvente, alrededor de 1945 en Bolivia y un poco antes de 1960 en Paraguay, tanto la extensión del territorio como el número de integrantes de la etnia – unas 5.000 personas – se mantuvieron invariables, lo que es una señal del estado de equilibrio en el que vivía este pueblo con su ambiente de vida.

En el siglo XVIII, los Ayoreo tuvieron un contacto muy pasajero con las reducciones jesuíticas: un número aparentemente significativo de Ayoreo vivíeron por unos 20 años en una reducción llamada San Ignacio Zamuco. La ubicación de la misma es motivo de especulaciones; posiblemente se ubicaba en lo que hoy es Paraguay, en zonas cercanas al Cerro León, tal vez en la zona de Ingávi. El contacto con los jesuitas no dejó ningún rastro visible, aparte de algunos mitos y palabras.




Un claro en el bosque, apto para cultivar en verano. Los Ayoreo dieron a la zona con muchos de estos claros el nombre "Amotocodie".
Sustento económico
La economía ayoreo se basa en la caza de animales del monte chaqueño (chanchos del monte, armadillos, osos hormigueros, tortugas) y en la recolección (miel, frutas del monte, fibras vegetales y materias primas para la producción de objetos de uso). Estas actividades de sustento son complementadas por la pesca en los arroyos y las lagunas, y los cultivos en pequeños claros en el monte, ambos en las épocas de lluvia en verano. Leer más...

En la vida tradicional, existían numerosos sistemas y mecanismos de distribución que aseguraban la redistribución, al interior del grupo familiar y local, de todo lo que uno podía haber cazado, recolectado o cosechado. De esta manera participaban y se beneficiaban también aquellos miembros del grupo (ancianos, viudas, huérfanos, etc.) que por diversos motivos no podían ejercer ellos mismos una actividad materialmente productiva.

Estos mecanismos de distribución se mantienen aún hoy vigentes en la vida no tradicional y sedentaria, ya fuera del monte, y son aplicados también a los productos y las ganancias provenientes de las formas de producción de la vida moderna. La no- acumulación de bienes materiales que resulta – todo lo que “ingresa” se redistribuye de inmediato - le garantiza al pueblo Ayoreo hasta hoy un alto grado de movilidad personal y colectiva, y la vigencia natural de mecanismos de solidaridad que protegen a los más débiles.



Organización social y política
En el tiempo de la vida tradicional antes del contacto, los Ayoreo estaban políticamente organizados en más de cincuenta grupos locales que se dividían el territorio de la etnia y que recorrían espacios extensos y propios. Cada grupo local gozaba de un grado muy elevado de autonomía política y con un liderazgo independiente, autónomo con relación a los demás grupos. Las relaciones entre muchos de estos grupos locales, igual que las relaciones con los otros pueblos indígenas y no- indígenas eran de guerra. De acuerdo a las necesidades y las circunstancias de una vida nómada en constante movimiento, los grupos locales podían dividirse en subgrupos, separarse temporariamente, y volver a unirse más tarde. No existía una jerarquización del liderazgo ni un liderazgo centralizado para toda la etnia. Coincidentemente, ni los territorios de los grupos locales, ni el territorio de la etnia en su totalidad, tenían centros geográficos.

Ni los grupos locales, ni sus territorios deben considerarse como permanentes. La historia ayoreo conoce como algo normal las divisiones que conducen a la desaparición de grupos y a la constitución de otros, nuevos, las uniones entre grupos diferentes y los cambios de nombre, todo con los consiguientes cambios y redefiniciones del territorio grupal.

Esta organización política comunica la idea de dinamismo, de movilidad social permanente, de la ausencia de un principio ordenador jerárquico y de principios centralizadores, y de una capacidad elevadísima de adaptación a las circunstancias de la vida.

La unidad de organización social y económica más importante era el “jogasüi”, la familia extensa, que incluye además otras familias amigas.

Paralelamente a esta organización política descrita, la etnia estaba dividida en siete clanes. Los nombres del clan al que pertenece le dan hasta hoy el apellido a cada integrante de la etnia. Los miembros de cada uno de los siete clanes comparten un origen mitológico común y a una red de parentesco que incluye, para cada clan, una serie de animales, plantas, estados meteorológicos y fenómenos de la naturaleza en general, al igual que objetos de uso y artefactos humanos. El hecho de compartir la pertenencia clánica con todos los seres del mundo crea, para cada Ayoreo, una unión sentida de cercanía y solidaridad con los mismos. Todos los clanes en su conjunto incluyen así la totalidad de todo lo que existe, y todo lo que existe es a su vez pariente de los Ayoreo.

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